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martes, 30 de noviembre de 2010

A DAVID.

Había llegado el momento
y aunque estaba anunciada,
su marcha fué dolorosa.
No estaba hecho el equipaje,
sus jugutes desordenados,
su camiseta de futbol
de hermosos colores
aún no la había estrenado.
Pero tenía que partir,
estaba anunciado,
y tomó su desnudez
como único refugio.
Besó a sus padres,
a sus abuelos
y a sus hermanos...
La mano de un arcangel
acariciaba su hombro,
lo miró, se miraron,
y sonriendo comprendió
que debía seguir por el camino
que el angel le había indicado.
Se marchó dejando su estela
visible entre constelaciones
con la convicción
de haber dado sentido
a su corta existencia.
En la Tierra quedaron
sus pequeñas cosas
habitando en muchos corazones
y al cielo se llevó
la sonrisa de su madre,
el calor de su padre
y el amor de sus hermanos
y abuelos...
¡ Hasta pronto David...
hasta pronto... !

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