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domingo, 11 de diciembre de 2011

OCASO DE UNA VIDA.



No era tarde, 
pero estaba cansado,
el día me dio sorpresas impensables 
a estas alturas de mi vida

No hace frío,
la primavera va dejando
su estela de colores nocturnos
en el rojizo horizonte.

Tomé un café, suave y vaporoso,
desoyendo las noticias;
la novela había quedado
cerrada sobre el velador.

Y sentí lejano el ruido del tren
que regresaba a la estación...
Los ojos se cerraban
y sin querer evitarlo me quedé dormido.

2 comentarios:

  1. Nunca un café fue tan efectivo...

    Un abrazo.

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  2. Es cierto amigo mío, sólo que hay días que se viven con una intensidad que ni el café quita el sueño...
    Un abrazo.

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