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viernes, 24 de febrero de 2012

EL OLOR DE LA POBREZA.




Llegó sin esperarla,
sobre las aceras vacías,
sin gente y sin pasos
que se escucharan en el asfalto.
Me miró y en sus ojos descubro
el miedo que le embarga,
el miedo que le corroe
el destino y las entrañas.
Caminaba en soledad
de la mano de la primavera,
ausente, callada y en el olvido
de viejas estaciones.
Viaja con billete de tercera,
cabizbaja entre pasajeros
que comparten su pesar
tratados con el mismo rasero.
Me acerco y camino junto a ella,
sintiendo sus lamentos en mi piel,
sin quejas ni desengaños,
respirando su desnutrido aroma.
Su olor es inconfundible,
su vestido perdió su tonalidad
y lleva un viejo abrigo
sobre los hombros de la realidad.
Ha vuelto, no hay dudas,
marcada por la tristeza
y ha entrado en los corazones
despreciando toda nobleza.
Asola por donde pasa
dejando tímidos y mugrientos
a los que se han resignado
sin palabras ni lamentos.
Huele hasta en la nostalgia
de tiempo pasados
pero es inconfundible
su olor y su reinado.

2 comentarios:

  1. Duro el poema amigo...pero real como la vida misma.

    Un abrazo.

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  2. Gracias tocayo,tus visitas son siempre alegres para mi...
    Un abrazo.

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