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domingo, 27 de octubre de 2013

... A SER SINCERO. ( Ni a mentir...)





Nadie me enseñó a ser sincero
por eso no aprendí a mentir,
ni a decir palabras que no puedo sentir
más allá de lo que siento y quiero.

Soy consciente de que una mentira
puede hacer mucho daño,
por que mentir es un engaño
a quien nada sabe y además suspira.

Hay mentiras que dicen ser piadosas
donde se pone el dardo sutilmente,
acariciando las mejillas delicadamente
llevando en las manos espinas como las rosas.

La sinceridad es un emblema que se dibuja
en la cara de cada persona y quien miente
deja sobre la tierra esa amarga simiente
para que nazca, florezca y a la verdad embruja.

Ser sincero aunque me duela,
sin más motivos que vivir mi alegría.
El corazón me dicta su alegoría
que para mi es la mejor escuela.


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