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jueves, 21 de mayo de 2015

HUMILDE SEÑOR...






De niño pensaba 
que los demás eran como yo
que todos llevaban mi misma sonrisa
y que sentían mi alegría en su corazón.
Fui feliz desde la inocencia,
despertando a la vida con amargo sabor,
descubriendo que nada era como creía
y que todo lo que veía cambiaba de color.
No se endureció mi alma,
continuaba siendo yo, 
anclado a los sueños al soñar
que todo en la vida tenía su razón.
Crecí con esa esencia en mi interior
mirando de frente a quien me mentía,
suspirando cuando pensaba en el amor
que tenía que llegar y un día llegó.
Entonces comencé a sufrir
deleitándome con las mieles del dolor,
sabiendo que no fui correspondido
con tanto amor como desmereció.
Canas salieron en mi cabeza,
incluso el pelo se perdió,
suspiros que llegan al cielo
donde alguien me espera junto a Dios.
Llegó el amor una primavera
y no pude negarme a la sensación
de sentir de nuevo mariposas
cuando miraba sus ojos al sol.
Esta es mi vida, 
sigo siendo un humilde señor,
que piensa con el alma de poeta
y disfruta siendo un soñador...






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