Allì dejè miles de suspiros,
una ilusiòn llena de esperanza,
un sentimiento nacido en el alma
y la brisa marina que tanto me gustaba.
Allì dejè mi acento, mi sonrisa
y la inquietud de lo desconocido.
Dejè una estela de versos
bajo el color amarillo del aromo.
Allì dejè la luz de mi mirada
y el verbo amar escrito
en las hojas secas de la vereda
una tarde cualquiera de otoño.
Dejè mis pasos marcados en la arena,
mientras escuchaba hablar a la gaviotas.
Dejè dos palabras en el aire
bajo el cielo de su hemisferio con la voz rota...
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