Te echo de menos,
aunque no lo creas,
pero fui yo
quien dejó atrás el pasado.
Quien decidió dejar mis versos
en los adoquines de la calle
o en la acera.
Echo de menos tu sonrisa,
tu voz, aquella
que se vestía de blanco
para decir mi nombre,
y llamarme viejo
con el acento mezclado.
Echo de menos el sueño imposible
de amor que no tenía
presente ni mañana
y las tardes de invierno conversando
tú en el rincón preferido de tu casa
y yo junto al fuego
eterno de mi chimenea.
Te echo de menos, aunque no lo creas...
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