En la soledad del atardecer
extrañando tu presencia,
pedí al cielo clemencia
hasta que te vi aparecer.
El viento llevaba
entre los pinos
a estela de los caminos
y con su eco llamaba
gritando tu nombre,
extrañado hasta el llanto,
lágrimas que no aguanto,
para que nadie se asombre.
El olor de tu fragancia,
mil veces aspirado
junto a tu pelo rizado
y la plata en consonancia.
Te extraño en las noches,
te busco en mis desvelos,
acepto tus consuelos
palpando el derroche
de amor e ilusiones
intactos en mi equipaje
para este largo viaje
lleno de canciones.
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