Baja la luna
sobre peldaños de plata
y lleva en sus labios
su sonrisa de color escarlata.
Se pintó a la espera
de un nuevo encuentro,
acelerado su corazón
y el amor que lleva dentro.
Y pude abrazarla
sin llegar a la ternura,
sin llegar a las emociones,
con la humildad impoluta.
Un frío glacial invadió
mi abrazo y mi sentir
y puse en dudas
que fuera yo quien la abrazaba.
Algo extraño se volvió diferente
sin saberlo durante mi ausencia,
algo que no sabía de aromas
de colores y transparencias.
Y se fue llorando
derrotada a tal efecto,
sin mediar palabras,
sin importarme el pretexto.
No supe qué había pasado,
no supe encontrar la respuesta,
no supe encontrar la respuesta,
no supe qué flores eran
las que se marchitaron.
Su resplandor a mis ojos
se había vuelto efímero,
por que tengo la convicción
de que soy yo el que ha cambiado...
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