Las lágrimas de sus ojos cayeron sobre los míos,
lloré con sus aguas imaginando que me moría,
lloramos sin saber porqué llorábamos,
solo con el abrazo nuestro amor vivía.
Me besó con la mirada, me miró con la sonrisa,
me hizo suyo con sus manos, rasgando mi camisa,
desnudó mi cuerpo regando la piel con la saliva
del río de amor y fuego que de su boca yo bebía.
Quedé rendido a sus pies, ella suspiraba indecisa,
quería decirme algo más no sabía lo que sentía,
pero el eco de sus palabras se los llevaba la brisa
atado a las lágrimas del corazón que en su pecho latía.
Ella no sabe cuánto la amo, ni sabe de la melodía
que pongo en los versos que salen del alma mía.
Si supiera que me despierto pensando en ella cada día
sabría que ni en cien años de su sueño despertaría.
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