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viernes, 28 de septiembre de 2012

SIMILITUD...





Caminaba con rumbo determinado sorteando coches y viandantes; mis pasos acelerados demostraban mi tardanza a la cita. Los semàforos limitaban la celeridad a mis piernas y decidì que si llegaba un poco màs tarde mi ausencia no serìa notoria. El sol brillaba en su cènit con todo su esplendor dejando marcados en la piel la intensidad de sus rayos; mis pasos se hicieron pausados y una serena brisa acariciò mi faz, brisa marina y salada, llevando en ella el olor cercano del mar. Varias bocinas atronaron al unìsono por el intempestivo cruce de un perro en la via; el animal corriò asustado ladrando a los causantes de su terror.
Estrellas aspirantes a un circo imaginario demostraban sus cualidades cuando la circulaciòn se detenìa; pelotas y abalorios se movìan entre las manos a un ritmo de vèrtigo imposible de alcanzar con la vista.El piar de los gorriones daba un sentido musical y bullanguero cuando entre ellos se disputaban una miga de pan encontrada en el asfalto; los àrboles, con sus frondosas sombras, aliviaban la carrera, a ninguna parte o con una meta compartida, de los transeuntes a aquella hora en la ciudad.Mis ojos hicieron un recorrido de derecha a izquierda ante el cuadro que ante ellos se presentaba e inconscientemente allì la vì... allì estaba... Yo sabìa que no podìa ser, que no era ella, por que ella se habìa marchado al lugar de donde no se vuelve y donde nadie quiere ir. Pero era tan grande el parecido en su cuerpo que hasta sentì la duda infinita que el amor impone a la convicciòn. Me acerquè contemplando su pelo, su espalda, sus hombros, sus piernas; vì sus manos y mi memòria hizo sentir que se escurrìan de las mias... Continuè contemplandola cuando el semàforo se tiñò de rojo para los autos y nos invitò a iniciar de nuevo el camino; sus pasos no ofrecian dudas, caminaba igual que ella, con la notable dificultad en su cadera derecha. El aire enarbolò su pelo dejando libre el perfil que mis ojos no alcanzaban a contemplar, y entonces, sòlo entonces, comprendì que su similitud era superior al que pudiera diseñar cualquier imaginaciòn.
Aùn asì continuè contemplando como se marchaba, como se perdìa entre la gente, con el corazòn roto y tristeza en el alma; detuve mis pasos sumergido en los detalles que para mi eran meramente coincidencias pero que no dejaban de sorprender a quien desde lo màs profundo de su ser solo deseaba volver a verla algùn dìa...