No fue una tarde cualquiera
ni una despedida ni un adiòs,
no fueron mis pasos en la acera
lo que a ella le sorprendiò.
Quedò un abismo lleno de recuerdos
que querìan subìr a flote cada dìa,
pernoctando siempre en la melancolìa
de aquello que un dìa se llamò amor.
He cerrado mis puertas y ventanas
a una posible imaginaria resurecciòn,
para que no vuelva a entrar en mi vida
ni vuelva a buscarla, nunca màs, yo.
Tengo mi alma en paz y descanso
de aquellas estaciones que quedaron en el recuerdo.
Dulce es mi vida lejos de los sueños
y sensato mi ahora que ya no la quiero.
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