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jueves, 11 de octubre de 2012

EN LIMACHE...



Hoy hemos sentido la tibieza del sol asomando entre los rincones de las algodonadas nubes; un dìa màs que  vivimos y disfrutamos entre sentimientos y recuerdos. La feria de la fruta y la verdura estaba, como cada domingo, muy concurrida; el gentìo demoraba el paso entre los puestos donde la cosecha se mostraba en los expositores con el esplendor que aùn traìa de los àrboles.
- ¡ A luca... a luca...! -
Los vendedores voceaban a la multitud el precio de sus productos
-¡ A luca la palta... A seiscientos el zapallo... ! -
Otros especificaban el valor y el contenido.
Un mar de gente caminaba en ambos sentidos, dejando la margen izquierda para el que lo hacìa de frente. La variedad de colores en el que predominaba el negro, era de lo màs variopinta.
-¡La beterraga... el cilantro...!-
Eran las distintas voces en su pregòn.
La primera vez que visitè el mercado de frutas y verduras me pareciò tan extraño...Hoy, con el paso del tiempo, me he integrado de forma sencilla y humilde, como un nùmero màs que dispone y administra sus dineros para hacer la compra de la semana..
-¡ Veinte cebollas en cuatrocientos... Veinte cebollas en cuatrocientos...!-
El anciano sentado en una mugrienta silla hacìa repetitiva la frase hasta sonar discordante. Un jarrillo suena al compás de la mano de su dueño haciendo sonar las monedas que ponían en èl los que con buen corazón querían ayudarle..
La mujer gruesa reparte sonrisas a todo posible comprador que sienta curiosidad por su mercancía  hermosas naranjas que se hacen muy llamativas al ojo y después tomarlas con las manos para sopesar su valor. La vendedora agilizaba  la curiosidad ofreciendo una buena porción de una pieza sacrificada al efecto. Su alegría se acentúa cada vez màs al comprobar la cara de satisfacción del consumidor y, bolsa en mano, se disponía a hacer que su cliente no demorara el pedido.
-¿ A cómo...? -
-Tres kilos en quinientos.-
Respondió.
- ¡ Las papas... las papas... cinco en mil...!-
Un nuevo voceo se escuchaba cercano, donde un señor de increibles bigotes y delantal terroso, que abarcaba toda su panza, se limitaba a tener preparadas sobre la bascula con gesto esplendido, la cantidad que alguien comprarìa.
Puestos de muebles, ropa usada, el vendedor de quesos y aceitunas...
- Disculpe caballero...-
El enésimo pisotón entre una maraña de piernas llegó a mi zapato y lo dejó marcado por el polvo ocre de la vereda; el dolor fuè pasajero por que mi curiosidad estaba centrada en los higos y las uvas pasas que tanto me apasionan. El fruto de la higuera era después sazonado con harina tostada para darle màs esplendor a su dulce sabor.
Hecha la compra iniciamos el camino de regreso a casa, donde, durante la semana, daríamos cuenta de las frutas y verduras de la feria de Limache, hasta el próximo domingo...