... y allí te estaba esperando,
cerca de las puertas del cielo,
mis brazos estaban abiertos
era mutuo el deseo.
Sabía que me buscabas
entre la maraña infinita,
a tientas como un ciego
solo te guiaba el instinto.
Yo no dejé señales,
confiaba en tus sentidos.
Los pájaros vinieron a contarme
de tu esfuerzo y tus latidos.
Y cuando me divisaste
era mi ansiedad tan fuerte
que hasta lloré de alegría
por un amor tan grande.
Ahora que estamos abrazados
en un nudo fortalecido,
nada podrá separarnos
pues para estar juntos hemos nacido.