Llena de espinas está la vereda
por donde voy caminando
con mis pies descalzos,
acompañado del ángel que cura mis heridas
y sacia mi sed con el agua de su remanso.
Brota la sangre de mis dedos sobre la arcilla
sin dolor ni pena me voy desangrando.
Ven a mi lado que estoy llorando
y enjuga mis lagrimas con el pañuelo
que sin tu amor el dolor me estaría matando.
El bálsamo de tus caricias llenas de ternura
dan vida y alas a mis propósitos
y el eco de tus palabra alientan mi futuro.
Un mar de sonrisas de tu manantial fluye
y en tus aguas voy a navegar seguro.
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