Sacia mi sed, corazón,
que ardo a la espera de tu encuentro
para apagar el fuego que me consume
en el cálido otoño de mi cuerpo.
La vida se estaba despidiendo
entre los tejidos de mi piel
consumando con la febril batalla
de un amor cálido y fiel.
Pero llegaste tú para encender la llama
que cobra pasión muy adentro
cabalgando entre las praderas
sobre el corcel de tus ensueños.
Bajo la luna blanca que contempla
en las noches los desnudos cuerpos
sobre las sabanas gozando
se escuchan nuestros besos.
Y una nueva savia a brotado
entre las ramas de este árbol viejo
que espera que llegue la noche
para dar rienda suelta al deseo.
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