Volvió a mis manos
después de mucho tiempo
y encontré las secuencias,
nunca olvidadas, del pasado.
En él se veía
a un hombre joven
que llevaba mi cara, mis rasgos,
la sonrisa ausente y mis sentimientos.
Marcados los recuerdos
del ser o no ser y la inseguridad
de quien deshoja la margarita
sabiendo el resultado final.
Niños que ahora son hombres
que me siguen llamando papá;
madre y hermanos celebrando,
de algúno, un año más.
Y la sonrisa inolvidable
que me parte el corazón
de quien se fue de mi vida
por los designios de Dios.
Retales de mi vida
escondidos en un rincón
que reflejan con cariño
lo que vivió en mi corazón.
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