Quiero seguir al lazarillo
que me lleva de su mano,
ciego amor yo,
sin ver la senda,
el camino o la vereda.
Confiado en sus palabras
que protegen mis ojos
y alimenta los oídos
regalando unos zapatos
para los pies descalzos.
Y dejarme llevar
con la confianza necesaria
sabiendo que no tropezaré
ni en las palabras más agrias.
Por que se que es el guardián
de mis iris muertos
que llena los espacios vacíos
que quedan sobre el polvo yerto.
Y será para mi
quien me guíe en la tierra parda,
por que tiene las alas
de mi ángel de la guarda.
Así yo confío a la vida,
apoyado en el cayado del destino,
para que me lleve con su voz
donde no alcanza mi mirada.