Puedo seguir adelante o sentarme y no caminar, continuar o volver
la mirada y los pasos atrás: soy la piedra angular de mi destino...
Por eso yo decido quién debe acompañarme o quién
quiero que, a su libre albedrío, se quede conmigo.
Yo soy quien tiene que abrir la puerta de mi corazón
para que habiten en él amor o el amigo.
No soy de cariños impuestos ni cobro por amar,
doy sin pedir a cambio sin poderlo evitar.
Sonrío cuando la alegría ilumina mi cara, siempre
rezo para que los sueños se puedan realizar.
A veces lloro, a veces canto, a veces, solo a veces,
se escucha la voz de mi corazón latir tras el cristal...
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