Me levantè y puse agua
en el hervidor y lo enchufè.
Dos rebanadas de pan al fuego
para que tostadas acompañaran al cafè.
La mañana era gris de un domingo cualquiera,
para mi los dìas eran iguales,
todos tienen las mismas horas
y a todos los veo marchar tras los cristales.
Abrigado, aùn en pijama, desperezàba mi cuerpo
despertando de una noche inquieta de sueños,
donde algunas secuencias del pasado
visitaron mi cuarto y se quedaron dentro.
El aroma a pan tostado se confundìa
con la esencia cafetera de mi taza,
dando sorbos cortos y degustando su sabor
me sentè delante del ordenador.
Habìa dado gracias a Dios por este dìa,
leìdo algunos salmos y pedido perdòn,
sabiendo que Èl es el dueño de mi vida
y quien bendice mis sueños de amor...
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