Era una promesa
mil veces incumplidala que ahondó en la herida
y cerró mi corazón
lleno de amargas espinas
Se cerró a la noche
con postigos y candados
tirando la llave al aire,
de espaldas a su caida,
para que enmoheciera
y no curara su locura.
Voló desoyendo cerraduras
que encontró en su camino
por que de nuevo el destino
le envolvió en su amargura.
Se cerró el corazón,
frío como el hielo,
escarchada la sangre
y làgrimas que hasta el cielo
enviaron su plegaria.
Nadie escuchó las súplicas
mil veces repetidas,
por eso, esperando
que el destino perdone
y la vida me de entereza
cerrè mi corazòn al amor
que todo lo que en el habìa
se lo ha quedado su dueña.
que el destino perdone
y la vida me de entereza
cerrè mi corazòn al amor
que todo lo que en el habìa
se lo ha quedado su dueña.
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