Navegaba entre las olas
buscando diferentes confines,
oteando el horizonte
jugando con los delfines.
Surcaba navegando los mares
para llegar a su orilla
y cuando la abracé
caí de rodillas.
Di gracias al cielo
por haberme permitido
sentir en mi vida
lo que nunca había tenido.
Sus brazos me sostuvieron
adherido a su corazón,
amor y palabras me dieron
sus labios y su oración.
El amor llegó a mi vida
cuando era un solitario
plagado de estrellas y luces
sacándome de mi calvario.
La amo y por ella sufro
en esta amarga distancia,
lejos de sus brazos no saben
igual su risa y su fragancia.
Ya nada puede apartarme
de mi memoria su figura,
la llevaré hasta que Dios quiera darme
en la tierra sepultura.
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