Desperté y una mano cálida
se posó sobre mi frente,
me acarició la cara
y con ternura me dio un beso.
Mis miembros no respondían
a las órdenes de mi cerebro
y una lágrima brotó de mis ojos,
y la amargura y la sinrazón.
Luces al ritmo de música,
locos jolgorios y ruidos de motores,
botellas rotas por el alcohol ingerido
y un volante sin destino ni control.
La oscuridad de la noche cortada
por las luces sobre la carretera,
me ancló en su negro manto
y esta es la esperanza que me dio.
Ahora tengo la fiel compañera
como lugar que me dio el destino
donde me encontrareis a mitad de camino
en mi amiga la silla de ruedas.
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