No me gustan las alabanzas
que vienen de fariseos,
pues no son sus deseos
los que vierten sobre la balanza.
No me gusta que me digan
ni que me pongan alfombra roja,
se que la verdad no es coja
para aquellos que no la mendigan.
No me gusta que me ofrezcan
sonrisas de medio pelo,
van cubiertas por un velo
que no deja que florezcan.
No me gusta el parloteo
que esconde la mirada,
las palabras van difuminadas
y yo nada me creo.
A mi no me sirve de consuelo,
soy blanco o negro, o viceversa
por que quien aquí versa
de gris no tiene ni un pelo.
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