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miércoles, 7 de noviembre de 2012

PÉTALOS DE SANGRE.




Se subió al carro de la vida,
siendo aún una niña,
cuando los tiempos no acompañaban
y de la mano de la envidia
sus hermanos la abandonaban.
El amor llamó a su puerta
en los ojos de un inalcanzable
que dejó todo por ella
y perdió el cariño de su padre.
La mar bravía le arrancó
de un soplo las ilusiones
y de él sólo le quedó una flor
que sangraba por sus bordes.
Pasó hambre, sufrió traiciones
y por su hija luchó
vendiendo al mejor postor
su intimidad sin objeciones.
Cruenta la guerra, maldita,
derrochando sangre inocente,
cuando un dedo la señaló
sin ningún motivo aparente.
Y fue un número más
que cayó en el saco del olvido.
Nadie sabía, nadie la conoció,
pero Dios grande omnipresente
hizo que por circunstancias del destino
su descendencia recuperara
lo que dejó en el camino...