Sentí que el mundo
se paraba cuando la vi.
Me miró y la sangre hervía
en mi cuerpo de pasión.
Me miró, la miré y me sonrió
dejando entre sus labios
el gracejo de su lengua
ávida de emoción.
Una cerveza, un café
y una linda conversación
fueron los pasos
para llegar a la habitación.
Desenfrenada pantera en celo
todo mi cuerpo rompió
subiendo hasta mi centro
que con deleite disfrutó.
Marcó con sus huellas
los rincones de mi emoción
y hoy no la puedo olvidar
pues me marcó el corazón...
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