No quiero flores en mi tumba
solo deseo un ramito de tus palabras
en un florero de cristal
de esa voz que nunca se olvida.
Vendrán las abejas a libar en ellas
en las mañanas soleadas
y serán mi compañeras
hasta que salgan las estrellas.
En las noches serán el eco
que presuma de dormir conmigo
de sentir los besos olvidados
bajo el rocío del mes de Mayo.
Mojada estará la tierra
que cubra mis huesos llorados
donde nacerán las amapolas
que darán vida al legado.
Enterrados quedarán mis versos
debajo de las piedras frías
esperando que llegue el amanecer
para recibir la visita del viento.
Pasarán los días en el tiempo
sin dejar sus huellas sobre mi silencio
y ya no tendré la esperanza
de recibir de tu boca un beso...
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