Cuando tengo que decirlo, lo digo,
no lo pienso y lo oculto,
digo lo que siento y a Dios pongo por testigo
que mis palabras no se las lleva el viento.
No soy de promesas vanas,
ni vivo entre rencores anaranjados,
valen màs mis promesas tempranas
que las palabras que hasta ayer habìa callado.
He bebido el vino amargo de la inconsciencia
y llorado sabiendo que volverìa a mi soledad.
Aprendì en Dios a soñar con transparencia
y vivir anclado a mi humilde realidad.
He prometido lo que voy a cumplir, he prometido
un sueño que yo siempre he soñado,
sabiendo que el testigo ha querido
que yo pueda vivir siempre a tu lado.
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