Besos de azúcar
prendidos de tus labios,
caricias de fuego
salían de mis manos.
Mas recorrí tu cuerpo
con la avidez del sediento,
besando cada poro
de tu piel de ensueño.
Las miradas encendidas,
sobraban las palabras
y el susurro mudo
en nuestras bocas.
Comí la manzana
que ofrecían tus sentidos
y aún queda en mi boca
el sabor agradecido.
Huracán de sentimientos
plagado de placer
y cuando llegué a la orilla
te sentí, mujer...
No se que decir que haga justicia a tu poema. Cómo mujer lo encuentro bellísimo, cómo poeta me cantan sus letras, cómo tu compañera, me envuelve y enternece y cómo Luciérnaga me deja más feliz y plena de luz.
ResponderEliminarEnamorada siempre de ti
Cecy
Muchas gracias, tesoro, por tus palabras de elogios hacia éste poema que está escrito para ti... Recuerda que tú eres la musa que los inspiras, la que da alas a mi pluma para que pueda reflejar sobre el papel que lo que siento en mi corazón...
ResponderEliminarSiempre tuyo.
José.