Se acaba el día y comienza el periplo nocturno.
Estoy cansado y quiero dormir, dormir al menos un segundo.
Miro las estrellas desde un rincón de mi cama
a través de los arboles la luna me llama.
De nuevo el insomnio viene a visitarme con actitud enojada
y se acomoda junto a mi en la almohada.
Escribo matando las horas con semblante asesino
escuchando en mi tejado maullidos felinos.
Como ave nocturna iré deambulando con el viento
subido a la grupa de mis pensamientos.
Llegará la mañana fría de mojados cristales
y yo seguiré escribiendo mis versos australes.
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