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lunes, 5 de enero de 2015

MANOS...








Estas manos mías, encallecidas
por el arduo trabajo diario
llevan años crispadas sobre la tierra
donde quisieron imitar al arado.
No saben de desmayos,
ni quieren nada regalado,
tienen la madurez en su piel
y en el pan que se han ganado.
Días de lluvias las han bautizado,
sangrando en sus surcos,
el viento del invierno las ha marchitado.
Manos de hombre, varonil callado,
que sabe lo que cuesta
el olor de su comida,
el techo que le cobija
y la cama donde se morirá ignorado... 


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