Aparente doctrina
de engaños superfluos
en esta mañana fría
se incineran mis versos.
No voy a vivir, ni quiero,
lo suficiente para verlo
por que con ellos se va
la fuente de mis deseos.
Los que me han dado
la vida que tengo,
la pasión que derrocho
y el corazón con sentimientos.
Versos muertos al atardecer
donde estaban todos mis sueños
nunca más los volveré a leer...
solo me queda rezar por ellos.
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