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domingo, 4 de enero de 2015

PECADO...






Me asomé a su ventana
y allí estaba, desnuda y sola,
sus ojos cerrados
y su mano en un lugar imaginado.
Dibujando suspiros en el aire
donde no podían
ser escuchados.
La avidez de sus labios
musitaba gemidos incontrolados
imaginando escenas
en paraísos soñados.
Cuando llegó la tormenta
su voz mencionó mi nombre
dejando en mi corazón una duda
y en mi cuerpo el fuego enamorado...


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