En el huerto de tu cuerpo
quiero sembrar mi cosecha soñada.
Entre la tierra de tu pecho
dejaré los lirios más hermosos
para que al florecer
se confundan con tus senos.
Pondré rosas en tus piernas,
claveles en tu espalda,
y en el centro de tu venus
estará siempre para mi la flor que me aguarda.
Y en tus labios rojos sembraré
la semilla de mi esperanza...
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