No estaba cuando lleguè
pero habìa dejado escritas sus delicias,
pintadas con sus ojos pardos, tal vez,
para que a mi me supieran a caricias.
Paseè mi mirada por el escrito,
sonriendo con todo mi cariño,
con un pensamiento de amor en el infinito
volviendo a mi imaginaciòn de niño.
Sus silabas rebosaban sinceridad y ternura,
alas blancas de palomas al viento,
dando a mi vida una paz segura
donde solo cabìa el amor de su lamento.
Una làgrima habìa manchado el papel,
extrañando mis manos y mis versos.
Yo tome entre mis labios su miel
para sellarla con el amor de mis besos...
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