Habìa desandado el camino de adoquines,
sabiendo que su llamada era la mìa,
que su voz mi enojo calmarìa
con palabras dulces y mohines.
Endulzò mi noche todo lo que pudo,
hasta darle un sabor a orgasmo de recuerdos.
Escuchando cada silaba de sus verbos
quedè dormido en un rincòn de mis silencios.
Recorrì su cuerpo en la distancia como solìa,
cada vez que anochecìa en el firmamento.
La llevo prendida a cada momento,
por que siempre la siento como ella querìa.
Cuando despertè esta mañana
habìa una sonrisa en mis labios,
era ella quien la ha provocado
y era por ella por quien yo reìa...
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