Deja que mis labios
paseen por tu cuerpo
con paso de caracol
hasta llegar a tu huerto.
Saborear la humedad de tu pasión
apagando en ella el fuego
de dos llamas prendidas
sobre la tempestad del juego.
Volver sobre los caminos
que ha ido dejando la saliva,
rabiosa, marcando el destino
para que después me recibas.
Dentro de ti quiero ser
el potro indomable y tierno.
Susurrarte palabras dulces
y transportarte al Averno.
Y de allí al cielo,
con un grito emocionado
que sale de nuestras gargantas
de tanto amor, de tanto amado...
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