El
progreso se palpaba en el ambiente; con el tiempo el país se convertía en una
poderosa nación. Nicole dio instrucciones al hombre que conducía y, después de
dejar al acompañante en su domicilio, nos dirigimos a su casa. Pagó y con un saludo se despidió. La casa era muy
bonita; un jardín nos daba la bienvenida con su colorido y sus plantas en flor.
Entramos; me hizo pasar a una sala decorada con buen gusto donde pude
contemplar un cuadro con la imagen de Rölf en una de sus paredes;
instintivamente me acerqué y lo toqué con mis manos. Al volver la cara Nicole
lloraba; me contuve en abrazarla y besar las aguas que vertían sus ojos. Algo
en mi interior retenía mis actos, mis irrefrenables impulsos; sabía que estaba
profanando una casa que tenía dueño. "¿Hans…?", pregunté. Nicole se envaró al
escuchar aquél nombre; su acto reflejo no pasó desapercibido para mí y no hice
más preguntas… Me condujo hasta un cuarto donde había una bañera, jabón, una
toalla, ropa nueva y unos zapatos; me dejó en aquél perfumado recinto para que
me aseara tranquilamente mientras amueblaba mi cabeza que buena falta le hacía…
No podía creer que lo que estaba ocurriendo fuese cierto; varias horas antes yo
estaba solo y sin esperanzas en un lugar diferente. Me pellizcaba queriendo
despertar por si estaba soñando; no me acostumbraba, sin mirar atrás, a la
hermosa realidad que estaba viviendo. Me desnudé dejando en el suelo la
andrajosa ropa que me había vestido desde hacía mucho tiempo; al desprenderme
de ella noté su transparencia
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