Un café en el Valentino,
miradas llenas de alegría,
compartido con el destino
para terminar el día.
Sonrisas dulces, sueños
llenos de amor y melancolía.
Pasado, presente y futuro dueños
de un momento de armonía.
Sorbos calientes, el paladar
saboreando la amarga esencia
avida de cristales para endulzar
que llegaba a la transparencia.
Miradas cariñosas, palabras
que acompañaban el calor de mis ojos.
La pasión, los gestos, las macabras
pesadillas olvidadas de colores rojos.
La propina en el plato, las tazas vacías,
el abrigo puesto y los saludos latentes.
Cogidos de las manos, calientes y frías,
nos perdimos en el ritmo de las gentes...
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