No puedo seguir esperando
que llegué la diosa fortuna
ataviada y hermosa como ninguna
para darme la suerte que estoy buscando.
Me ha llegado una diosa del universo
que abrió sus brazos a modo de cobijo,
solo una sonrisa le exijo
cada vez que quiera darme un beso.
Ella me ha traído algo que siempre soñé,
un imposible dentro de mis posibilidades,
volver a vivir de realidades
algo que siempre extrañé.
Me encuentro sumido en el desconcierto
por que me ha robado con osadía
el corazón que antes tenía
con su amor esperanzador y cierto.
Ahora me veo gritando al mundo entero,
buscando entre los minutos del reloj
las palabras que ahora digo a viva voz:
¡ Señores, esta es la mujer que yo quiero...!
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