Siempre he abierto mis brazos a la gente
entregando lo mejor de mi sin dilación,
ahora vivo rezando una oración
de una religión ajena y diferente.
No me dieron todo hecho en la vida,
batallé hasta el último suspiro por subsistir
y gracias a Dios lo he podido conseguir
a base de esfuerzos, lagrimas y heridas.
Voy a seguir en mi lucha sin descanso
ignorando los placeres ajenos
que demuestran que aún no están llenos
los odres del sentimiento de su remanso.
Nada pido, nada quiero; todo me sobra
cuando no llega con la fuerza del cariño.
Soy blanco o negro, con nada me tiño
por que al final lo que cuenta son las obras.
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