Tengo una deuda contigo,
que no podré pagarte por el motivo
de que las deudas de amor
prescriben cuando llega el olvido.
No voy a olvidarte mientras viva,
ni a dejar de amarte mientras respire,
y menos, dejar de soñar, mujer, contigo
y así la deuda no prescribe.
Quiero estar endeudado y pagando
el precio más caro con mis caricias
e ir descontando con mis besos
el importe que te colme de delicias.
Pagar en tus labios beso a beso
la cantidad que suma y no divide
por que el interés sube cuando llega
hasta la ternura que tu recibes.
Y si eres tú quien olvida
ni deuda contigo no ha prescrito,
pero será imposible que me olvides
por que estaba en nuestro destino escrito.
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