Tú sabías como yo soy
y jugaste conmigo y con fuego,
no me voy a prestar a tu juego
ni ayer, ni mañana ni hoy.
Vivo en la soledad más ilusionada
esperando a que llegues algún día,
mendigando mis deseos con armonía
pensando en una mujer enamorada.
Se ha roto mi silencio para siempre
al ver que tropezaba en la misma piedra.
Ilusiones que suben como hiedra
da igual la tierra donde se siembre.
Y aquí me quedo mirando el horizonte,
tal vez buscando mis pasos de vuelta,
sendas que dejé de esperanzas muerta
dibujada entre los álamos del monte.
No soy un niño para fingir ingenuidad,
mis años ya pasan su factura.
No es senectud ni locura
pero sigo buscando la felicidad...
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