Lo imaginaba en la popa de su barco
mirando la estela que dejaba atrás,
en otro mundo, soñando,
acompañado de las gaviotas que volaban
a viva voz cantando,
entre las rimas de sus poemas.
La noche era cálida,
la luna en el cielo brillaba
y sobre la cresta de las olas
muchos recuerdos atrás quedaban.
Corazón marino, alma de poeta,
versos de sal y aire quedaron
perennes en el recuerdo,
sobre los hilos de una cometa.
El mar era su mundo,
la rima el aire que respiraba,
y en cientos de puertos de su juventud
había dejado huellas inolvidables
en el corazón de alguna doncella.
A babor se divisa el faro
en los acantilados de la vida
alumbrando el elenco de sirenas
que sueñan con su almirante,
que sueñan con sus besos,
que sueñan con sus abrazos
que sueñan con su caballero,
que sueñan con ser su amante...
Surca el velero cargado de letras,
cargado de sueños,
hacia la mar estrellada que se llama cielo.
Y yo lo imagino con su barba blanca,
sus ojos en el horizonte
y una música de versos
acompañando el credo.
Arrugada la frente,
sus labios, un corte en el madero,
impasible ante la vida,
con un futuro cierto y sincero.
La estela se va diluyendo
en esta noche estrellada de Enero...
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