En la vida aprendí a sacar el mejor partido
y a degustar los sabores del amor con el corazón a doble latido.
Enamorar con sentido común sin llevar las riendas
de los corceles que cabalgan sobre mi espada.
Experiencia que nunca se olvida ni se acaba
si en el camino surgen locuras de nostalgia.
Lleno de pasión monté a la grupa
mientras llevaba a mi lado unos besos azucarados
donde mi lengua disfrutaba, dos a dos,
la dualidad creciente de tres enamorados.
Creciente tormenta de gemidos en terceto
dejaron sus huellas, trío de caricias y manos,
sobre las sabanas y sus misterios
que mudas quedaron con sentimientos ajenos.
Estalló la tormenta donde la corriente se desbordaba
con dos pasiones al unísono y otra que soñaba.
Mujer, hombre, mujer con la locura escrita
en un verso de una noche endiablada...
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