... y mis manos llegaron
a su inmensa orilla,
e igual que siempre,
dediqué mis caricias
a su bajo vientre,
y busqué con mis besos
su bosque sombrío,
saciando mi sed
en su cálido río.
Las aguas llegaron
en oleajes de fuego,
mientras se aferraba
con fuerza a mi cuello,
y envuelta en su frenesí
de amor y deseo
me gritaba... " te quiero..."