Los pasos se escuchaban
sobre las calles de cemento,
sombras lejanas llegaban
con ramos de silencio.
Aleluyas y Glorias los hombres
dando gracias al Cielo.
Palabras y sentimientos
colmados de consuelo.
Llegó la hora de la despedida,
lágrimas a flor de piel contenidas,
se entregó el cuerpo a la tierra
donde sanará sus últimas heridas.
El poeta llegó con sus versos
extrañando todo misterio.
No tuvo palabras en el momento
al recordar otro cementerio.
Vive en Dios para siempre,
donde la eternidad es un orgullo.
Amigo, nunca estarás ausente
de los corazones de los tuyos.
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