Mi sed te reclama en las noches
cuando está la luna inquieta.
Tras las hojas del árbol
mira en mi cama tu ausencia.
Eres mía, no lo dudo, y acepto
que tengas que marcharte,
donde tu amanecer es igual que el mio,
y mi cuerpo desnudo solo puede extrañarte.
Reclamo tu presencia entre mis sabanas
donde el calor para mi se ha negado
vistiendo estaciones de amores tempranos
envuelto en los silencios donde nos amamos.
Llévame que en tu corazón está mi sitio
a donde tienes tu hogar y tu nido,
que quiero vivir en tu vestido
todo el amor que tengo contigo.
Y siempre serás la efigie
que habite en mi pedestal.
Llenando de cariño mi alma
sabrás quien te ama de verdad.
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