Son recuerdo de las noches
cuando la luna se esconde
tras las hojas del palto
llena de curiosidad y envidia.
Noches prendidas de luz y fuego
donde mis manos acarician
el calor desenfrenado de tu elemento,
tu cintura y tus senos.
Aún siento mi vigor cobrar vida
cuando pienso en la lujuria
que envuelve sin limites
nuestros cuerpos ajenos.
Gritos desde el alma
que incrementan el placer.
Batallas de entradas y salidas
donde mi centro se deja envolver.
Quiero que seas mía,
cuando llega el atardecer,
sediento de tu espiga
y de hermoso corcel...
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