Amanece en la soledad
de mi barca encallada.
Llega el día y la luz callada
se esconde tras las nubes de la realidad.
Llueve y desde mi ventana contemplo
el agua, gota a gota,
dejando en la tierra sus notas
diluidas en las semillas de mi templo.
Bendita que riega la tierra sin interés
dando todo su amor en la dicha
al saber que alguien se encapricha
sin reconocer tu proceder.
Gracias incolora esencia por que siempre
estuviste a mi lado sin yo advertirte,
o quizás nunca quise pedirte
tu compañía más frecuente.
Si algún día me faltas quiero que decirte
que te extrañaré en los inviernos,
en las tardes de frío, en los momentos tiernos
por que no me quedan palabras y solo puedo escribirte...
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